No quiero ser un hombre más de los
tantos que hay. quiero ser más que un constructo social, más que un
compuesto biológico de cromosomas XyY. No quiero sentirme hombre por el simple
hecho de poseer un pene, de tener bello en el pecho o barba en la cara; quiero
ser un hombre capaz de permitirse sentir y de expresar sus sentimientos y
emociones sin miedo o vergüenza a lo que los demás puedan decir o pensar. Un hombre que sueñe, como lo hacen muchos
otros, pero que se atreva a ir detrás de sus sueños, como solo se atreven
unos pocos. Un hombre que cuando se sienta triste, preocupado, desolado se eche
a llorar haciendo a un lado ese “los hombres no lloraran” impuesto por la
sociedad. Un hombre capaz de conmoverse y derramar algunas lágrimas, o muchas,
mientras mira una película, oye una canción o lee un poema, sin necesidad de contenerse. Un romántico que no tenga
miedo de caer en la cursilería, un hombre que disfrute de dar detalles pero también
de recibirlos, al que le hace feliz recibir rosas blancas, chocolates, cartas o
tarjetas de su amada. Un hombre que ame apasionadamente sin miedos ni reparos.
Pero que no solo se apasione al amar, sino también al oír al mirar, al pensar,
al hablar, al escribir, al actuar, un hombre que se apasione por todo lo que pueda sentir, pensar o hacer, un hombre apasionado al vivir. Ese es el hombre que
quiero ser, el hombre que soy.